El enigma del base suplente

Una de las problemáticas que afectaron a los Utah Jazz durante el pasado curso salpicó de nuevo al equipo este sábado, coincidiendo con la primera derrota del curso a manos de los Chicago Bulls. Un varapalo que tuvo como actor indirecto y ausente a Mike Conley.
En la organización han ratificado lo que era un secreto a voces: ofrecer descanso al base en, al menos, gran parte de aquellos partidos que se disputen en días consecutivos o back-to-backs. Así, Quin Snyder optó por dar descanso al veterano con vistas a tenerlo disponible para afrontar el duro duelo ante Milwaukee Bucks.
Una gestión de minutos y de su estado físico que conlleva una dificultad añadida: ser capaces de generar una ofensiva eficiente y fluida sin él. Sin Conley en pista, esto significa que Donovan Mitchell y Jordan Clarkson disfrutarán de más posesiones. Y recordemos que los Jazz fueron 17 puntos mejores por cada 100 posesiones con Conley en pista el pasado curso.
La calidad de ambos está fuera de toda duda pero sí que son ciertas dos premisas. Primero, ante los Bulls se mostraron ineficaces, tanto en la creación como en la ejecución. Y, segundo, su conjunto de habilidades y características individuales los sitúan como perfiles incapaces de aportar lo que Conley sí exhibe en áreas como el pick-and-roll, la defensa, el control de los tiempos o la capacidad para crear la ofensiva.
Los Jazz han comenzado el curso con la pólvora mojada con respecto al curso pasado. Principalmente desde el triple, una de las principales armas ofensivas y que apenas asciende al 32,5% de acierto. Este descenso de prestaciones anotadores quedó patente en el rendimiento del dúo ante Chicago: una carta de tiro combinada de 14 aciertos en 46 intentos.
Hay que sumar otro aspecto del juego que sufre mucho sin Conley: las pérdidas. Los Jazz recopilaron veinte en dicho partido, por tan solo nueve de los Bulls. Estas veinte pérdidas se tradujeron en 25 puntos para los de Billy Donovan. Y de ellas, la mitad se produjeron en manos de Mitchell o Clarkson. Además, el rendimiento defensivo de ambos es menor al de Conley y pudimos ver cómo sufrió Clarkson para hacer frente a las constantes acometidas de DeMar DeRozan o no caer en los bloqueos directos.
Y esto es algo en lo que Conley sobresale respecto al resto de jugadors de Utah: esas lecturas que le permiten anticiparse a los atacantes y, en el otro lado de la pista, responder según las necesidades impuestas por las defensas rivales. Mitchell y Clarkson poseen una cantidad de recursos ofensivos lo suficientemente amplia para imponerse en las asignaciones directas, pero Conley ofrece una dimensión mayor que aporta fluidez e identidad al juego de los Jazz.
¿Qué otras alternativas hay?
El relevo natural —en términos de posición y características generales— de Conley señala a los nombres de Jared Butler y Trent Forrest. Sobre el papel, dos perfiles cuya situación contractual no responde a un jugador que despierte la confianza de Quin Snyder. El primero es un novato. El segundo, vinculado al equipo mediante un acuerdo two-way y las limitaciones propias del mismo. Joe Ingles también puede asumir este rol, pero Snyder exprime mejor su producción como creador secundario y tirador.
Es importante aclarar que no es justo sacar conclusiones de un único partido. Desafortunadamente, ninguno de los dos estuvo a la altura de dichas funciones contra Chicago.
Butler no solo se mostró errático sino también excesivamente ansioso por maximizar sus minutos. Snyder le pidió paciencia antes de empezar el curso, por lo que el novato está tratando de sorprender y convencer en aquellas oportunidades que el técnico le ofrezca.
Sin embargo, su rendimiento fue negativo ante los Bulls: toma de decisiones en ataque precipitada y superado en defensa. Como resultado, Butler no anotó ninguno de los tres tiros que intentó, perdió dos balones y registró un -16 en apenas nueve minutos en cancha.
En el caso de Forrest, el haber trabajado al lado de Mike Conley y Joe Ingles desde la temporada pasado le otorga un mayor conocimiento del sistema y unas cualidades más afines al mismo. A priori, es la opción más estable.
Sin embargo, la falta de un tiro sólido emerge como un importante obstáculo dentro de un sistema repleto de tiradores en el que cualquier jugador que no sea el center tiene que ser capaz de armar el brazo. Así, la primera opción de Forrest —que no de Conley, quien no se lo piensa dos veces en situaciones de, por ejemplo, bloqueo directo— prioriza el pase sobre el lanzamiento, haciéndolo más previsible para las defensas rivales.
Por supuesto, hablamos de una dicotomía proyectada al largo plazo. Los Jazz esperan contar con Mike Conley durante gran parte de las noches, mientras el grueso de jugadores formado por Ingles, Mitchell, Clarkson, Butler y Forrest se reparten las tareas organizativas. Estos dos últimos, con vistas a mejorar en dicha faceta.
Esto responde a un plan superior: cuidar el estado físico de Conley para que esté completamente sano y operativo a la hora de la verdad, que no es otro que los playoffs. El pasado curso, los Jazz no pudieron contar con él durante la mayor parte de la serie contra Los Angeles Clippers y el equipo lo terminó pagando con la eliminación.
No obstante, sigue siendo una necesidad a fortalecer: los Jazz precisan de un recambio de garantías para el puesto de base, no parches temporales que traten de catalizar su juego. De hecho, la renovación de Conley este verano respondió ya a la obligación de disponer de un base titular de nivel. Pero la segunda unidad todavía devuelve algunas preguntas.
(Fotografía de portada de Trent Nelson / The Salt Lake Tribune)