La Pizarra: los despistes defensivos de Jarred Vanderbilt

Año nuevo, vida nueva. Así tienen que plantearse los Utah Jazz el 2023 después de sufrir su cuarta derrota consecutiva y devolver un récord negativo (19-20), algo que no ocurría en Salt Lake City desde el 7 de enero de 2019, cuando un tropiezo ante Milwaukee Bucks los situaba con un balance de 20-21.

Si apenas 24 horas antes había sido Kevin Huerter el verdugo con un triple a 9,2 segundos para el final, en esta ocasión fue Tyler Herro el encargado de liquidar a los Jazz con un lanzamiento de larga distancia sobre la bocina. Un tiro con mayor suerte que el de Huerter pero que también suma al marcador y que incide en la reciente racha negativa de resultados.

En este análisis nos centraremos en Jarred Vanderbilt y sus despistes defensivos. En contraste a lo que habían sido los últimos años con Rudy Gobert como ancla interior, los Jazz han optado este curso por un ‘5’ más pequeño como es Vanderbilt y otros dos hombres altos abiertos, Kelly Olynyk y Lauri Markkanen, capaces también de alternar la defensa interior y asegurar el rebote.

No obstante, los resultados no han sido los deseados y el equipo se ha ido diluyendo defensivamente durante el paso de las semanas. Por un lado, los Jazz han caído hasta la 27ª posición en ratio defensivo. Por el otro, es el cuarto peor equipo en rebote defensivo y el que más puntos permite en la pintura (56,2).

Hasta el momento, la versatilidad de Vanderbilt había compensado su falta de fundamentos y centímetros, así como la utilización de Walker Kessler como muro de contención y pieza de equilibrio partiendo desde la segunda unidad. Esto sigue siendo así aunque el rendimiento defensivo del primero ha caído en picado: Vanderbilt ha devuelto el peor ratio defensivo del equipo y un plus/minus combinado de -28 en los últimos dos partidos. Por su parte, Kessler ha cumplido con creces y ratifica su tremenda evolución y potencial futuro.

Cada partido devuelve cientos de detalles, movimientos, decisiones y ejecuciones dentro de un sistema colectivo, por lo que un análisis a conciencia precisaría de muchas más palabras y referencias a encuentros previos. En este caso, he decidido centrar mi atención en dos jugadas concretas que también ha destacado el periodista del Salt Lake Tribune, Andy Larsen.

Victor Oladipo, escolta de los Miami Heat, organiza la posesión en media cancha. Lauri Markkanen acepta el cambio defensivo con Kyle Lowry y Jarred Vanderbilt toma la marca de Oladipo. Por su parte, Mike Conley y Malik Beasley están atentos a Tyler Herro y Duncan Robinson, y el potencial riesgo de triple. Mientras, Kelly Olynyk se establece como el hombre que corta el carril hacia el aro.

Vanderbilt pasa por delante el bloqueo de Orlando Robinson, por lo que Oladipo cede el balón a Herro, bien marcado por Conley. Sin embargo, sufre un despiste terrible al seguir a Robinson hacia la pintura cuando Olynyk ya estaba allí —y lo ve de frente—, lo que facilita el triple frontal de Oladipo.

Su tendencia a adelantarse a la dirección del rebote ofensivo —cabe reconocer que suele tener buen ojo para anticiparse, fruto de sus maratonianas sesiones estudiando a rivales y compañeros— le juega una mala pasada en esta ocasión. La captura cae en manos de Herro, quien ejecuta al instante la transición hacia Bam Adebayo, precisamente, la marca de Adebayo.

En este punto hay que hacer un inciso. Cargar el rebote ofensivo ha sido una de las señas de identidad de Will Hardy para tratar de paliar las carencias al otro lado de la cancha: los Jazz son el sexto equipo en porcentaje de rebote ofensivo. Sin embargo, esto trae consigo un importante handicap. Los de Salt Lake City defienden mal en transición y así lo demuestran los números: solo los Houston Rockets (17,5) encajan más puntos al contraataque que los Jazz (16,5). ¿Condicionado por el sistema? Sí, pero Vanderbilt tiene que ser más inteligente a la hora de leer el rebote y, sobre todo, las consecuencias que, a posteriori, pueda causar.

De momento, este mal momento de forma ha devuelto ya un resultado que, en el medio-largo plazo, se prevé inevitable: que Kessler se adueñe del puesto de ‘5’, aunque a una marcha un poco más forzada de lo deseado para un rookie. Kessler y Vanderbilt solo han coincido 45 minutos juntos. 44 de ellos debido a la ausencia de cuatro partidos de Olynyk. En resumen: en condiciones normales, cuando uno juega, el otro no lo hace.

Evidentemente, Kessler tiene todos los recursos, talento y ética de trabajo necesarios para convertirse en el pívot titular de los Jazz durante lo que resta de década. ¿Eso dónde deja a Vanderbilt? Se me ocurren tres posibilidades: que acepte el papel de ‘5’ suplente o en planteamientos específicos de small-ball, que evolucione hacia el puesto de 3-4 si asiente su tiro exterior o, por último, que sea traspasado en algún momento entre esta y la próxima temporada.

(Fotografía de portada de George Frey / Associated Press)

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