Una temprana retrospectiva al aporte de Rudy Gay

Rudy Gay ha completado siete partidos con la camiseta de los Utah Jazz desde su debut contra los Toronto Raptors el pasado 18 de noviembre. Ya en su estreno dio una muestra inicial de sus cualidades y de lo que puede aportar al equipo: principalmente acierto exterior, puntos desde la segunda unidad y envergadura para defender distintas posiciones y cargar el rebote.
Dos semanas después de aquel duelo, el veterano alero promedia 10,9 y 4,9 rebotes en 18,9 minutos por velada. Más impresionante está resultando su acierto en el triple: un 53,1% en 4,6 intentos, cifra que disminuyó en el último encuentro tras solo encestar tres tiros en diez intentos en el triunfo contra Portland.
A pesar de su ello, su efectividad en el lanzamiento está siendo magnífica. Por supuesto, sin olvidar que la muestra de encuentros es bastante reducida. Pero no por ello debe de ser pasada por alto. Su 69,9% en True Shooting se encuentra en octava posición entre aquellos jugadores con un mínimo de quince minutos por velada. Por delante de él, en tercer puesto, emerge su compañero Rudy Gobert, con un 73,8%.
Gay es un tirador increíblemente dispuesto y confiado. Los Jazz tienen una amplia variedad de jugadores capaces de armar el brazo y Quin Snyder ha dado luz verde a todos ellos para lanzar sin temor al error. Gay ha aprovechado esta flexibilidad para tirar desde que le es posible. Su envergadura le permite superar con facilidad la oposición de su defensor, e incluso cuando la marca es muy cercana.
Mucho más importante que las estadísticas en frío lo está siendo su rápida adaptación a las necesidades del sistema de Snyder. Gay emergió como un anotador puro en su primera etapa en la NBA, en la que asumió mucha bola, creación de jugadas para sí mismo y tiro desde una media distancia casi extinta en el panorama de Salt Lake City.
Con el paso de los años ha tenido que ir adaptándose a los años y la propia narrativa transformista que ha vivido la NBA en los últimos tiempos. Una transición que ha completado sin alarmismo ni ego, aceptando esta evolución, tanto externa como propia. Su tasa de uso del 19,9% es la más baja de su carrera, un rol secundario que ha abrazado de buen grado como demuestran su predisposición sobre la cancha y sus palabras nada más aterrizar en los Jazz.
En efecto, Gay ha primado lo colectivo sobre lo individual, devolviendo réditos positivos en ambos apartados. De hecho, la diferencia entre tener al alero o no en pista es de 15,6 puntos por cada cien posesiones que benefician directamente a los Jazz. Una cifra que, poniéndola en perspectiva con otros compañeros, supera la de Rudy Gobert (+2,4), Mike Conley (+0,7) y Donovan Mitchell (+3,8).
Cuando los Jazz firmaron a Rudy Gay buscaban un perfil experimentado capaz de poner su versatilidad a disposición del equipo y mejorar a Georges Niang. Snyder ha descubierto en los últimos años que puede castigar a los banquillos rivales escalonando su quinteto inicial con jugadores de rotación, sin necesidad de abusar de unos titulares que siempre rinden a muy buen nivel.
En ataque no existen dudas sobre su capacidad y solo queda por ver si el técnico se atreve a otorgarle cierta relevancia en el puesto de ‘5’ de cara a preparar el equipo ante un nuevo small-ball en playoffs. De momento, también existen muestras de ello aunque muy reducidas y ante rivales más endebles que los que encontrarán en las eliminatorias de post-temporada.
Una incorporación que ya despertó una gran expectación tras anunciarse y que ahora que, finalmente, ha debutado, la ha transformado en optimismo e ilusión. Rudy Gay ha cuajado un buen arranque de temporada y es de esperar que su nivel alcance una nueva dimensión —dentro de un rol y unas funciones muy concretas— según vayan pasando las semanas.
(Fotografía de portada de la NBA)